A pesar de las crisis de asma que le impiden trabajar formalmente y de haber perdido su hogar, María Elena Salazar, una mujer juarense de 47 años, ha hecho de la solidaridad su motor de vida. Desde hace tiempo, encabeza el Comedor Infantil Misión y Esperanza, un proyecto comunitario que brinda alimento a niñas y niños de la colonia Fronteriza Baja.
Su historia es un testimonio de resistencia. Luego de no poder seguir pagando la renta de la vecindad donde vivía, fue desalojada y tuvo que improvisar un refugio con una lona y un colchón, a unos pasos del comedor que ella misma fundó. Ni la intemperie ni las dificultades de salud frenaron su voluntad de ayudar.
La situación de María Elena se hizo visible gracias a una publicación en redes sociales que llegó hasta la Oficina de Representación del Gobierno del Estado en Ciudad Juárez y posteriormente a la gobernadora Maru Campos, quien instruyó brindar el apoyo necesario para garantizar su bienestar y el de los menores que dependen del comedor.
Gracias a la intervención gubernamental, María Elena fue afiliada a MediChihuahua, un programa de salud destinado a personas sin seguridad social. Además, a través de la Comisión Estatal de Vivienda (Coesvi), se le entregó un departamento donde podrá vivir dignamente, y se gestionará un nuevo espacio para ubicar su comedor comunitario.
El DIF Estatal también contribuyó con despensas para su alimentación y el fortalecimiento del comedor, además de integrar su proyecto a diferentes programas de apoyo alimentario.
“Muchas veces uno pierde la esperanza, pero eso es lo último que muere, y así se llama mi comedor”, expresó emocionada María Elena. “Quiero agradecer a las personas que me están ayudando con este proyecto, que es un sueño que ya se me cumplió”.
La historia de María Elena Salazar refleja el enfoque humanista que el Gobierno del Estado promueve para atender las necesidades más urgentes de las y los juarenses, apostando por acciones que impulsen un desarrollo con sentido humano y solidario.
