La biotecnológica Colossal Biosciences anunció el nacimiento de tres lobos “huargo” extinguidos hace miles de años. No obstante, no se trata realmente de lobos gigantes, sino de lobos grises con características similares a las de estos cánidos extintos: en realidad, son un ‘híbrido’ y un primer caso para conseguir este hito: por ahora la recuperación de especies extintas no es viable.
Pocos días después de anunciar el nacimiento de los primeros ratones modificados genéticamente para que tengan aspecto de mamuts, Colossal Biosciences vuelve a sorprender con el anuncio esta vez del nacimiento de la primera camada de lobos gigantes procedentes de la edad de hielo.
Esta start-up estadounidense de 10,000 millones de dólares está centrada en lo que llaman la “desextinción” y persigue “resucitar” al mamut, y desde hace años está inmersa en la carrera por recuperar especies extintas como este mastodonte, el lobo marsupial, el dodó o el tigre de Tasmania mediante complejas técnicas de sintetización de secuencias de ADN de tejidos y seres vivos.
La compañía ha anunciado ahora, concretamente, el nacimiento de lo que denominan tres ‘lobos gigantes’, según ha adelantado la revistaTimes con el titular El regreso del lobo gigante.
En un notable ejercicio de márketing, la empresa les ha llamado Rómulo, Remo y Khaleesi (esta última en un guiño a uno de los personajes Juego de Tronos, la primera novela de la saga de fantasía medieval Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin, en la que los huargos acompañan en sus andanzas a los personajes de la familia Stark).
Los cachorros, blancos como la nieve, fueron gestados en perras domésticas y nacieron gracias a técnicas de ingeniería genética y de ADN antiguo para asemejarse a una especie extinta cuanto terminó la Edad de Hielo hace más de 10,000 años.
Pero “la ‘desextinción’ del lobo gigante”, pese a lo llamativo, no es lo que parece, matiza Philip Seddon, profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).
“Afirman que se trata de la primera ‘desextinción’ del mundo pero, aunque sin duda ha requerido algunos avances tecnológicos asombrosos, los simpáticos cachorros Rómulo, Remo y Khaleesi no son lobos gigantes, sino lobos grises modificados genéticamente”, aclara este experto en Science Media Centre Nueva Zelanda. Tampoco se puede hablar de “reintroducción”, ya que los lobos pasarán sus días en cautividad y vigilados de cerca, posiblemente en un amplio recinto cerrado en Dakota del Norte, señala Colossal.
Phil, profesor de Zoología en la Universidad de Otago, es experto en bioética y ecología de la ‘desextinción’ y fue presidente de un grupo de trabajo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha elaborado principios rectores sobre la ‘desextinción’ para la conservación.
Explica que los lobos y los lobos gigantes, a pesar de la parte de lobo de sus nombres, no están estrechamente relacionados, ya que se separaron de un ancestro común hace unos seis millones de años -el chacal africano podría estar más estrechamente relacionado con los lobos gigantes, realmente-.
Este nuevo logro de Colossal en realidad radica en los avances en tecnología genética que emplea con potenciales aplicaciones para la conservación de especies existentes, “pero esto no quiere decir que se haya conseguido el regreso de los lobos gigantes”, subraya Phil.
“No, de la misma manera que los planes de Colossal para los mamuts lanudos y los dodós implicarán la modificación genética de especies relacionadas. Tenemos lobos transgénicos y es posible que algún día tengamos elefantes asiáticos transgénicos pero, por ahora, la extinción es realmente para siempre”.
“Los lobos gigantes pertenecen a su propio género, por lo que son una especie muy diferente. Lo que ha hecho Colossal es introducir un pequeño número de cambios en el material genético de un lobo gris para producir cachorros de lobo gris con rasgos de lobo gigante, como pelaje pálido y un tamaño potencialmente ligeramente mayor”, de forma similar al experimento realizado con los ratones-mamut lanudos. “Así pues”, prosigue, realmente “son lobos grises híbridos o un lobo transgénico.
Nic Rawlence, director del Laboratorio de Paleogenética de Otago y profesor asociado del departamento de Zoología de la Universidad de Otago, añade que “para realmente ‘desextinguir’ algo, habría que clonarlo.
“El problema es que no podemos clonar animales extintos porque el ADN no está lo suficientemente bien conservado. Incluso si secuenciamos el genoma, no podemos extraer ADN de animales extintos en fragmentos lo suficientemente largos como podríamos hacerlo con un animal vivo. Así que la única forma de ‘desextinguir’ un animal es utilizar la nueva tecnología de biología sintética como CRISPR-cas9, que actúa como unas tijeras moleculares, y puedes ir y cortar un poco de ADN e insertar un nuevo trozo de ADN que da como resultado un cambio genético”.
Así que lo que Colossal Biosciences ha producido es “un híbrido”, insiste. “Y lo que es más importante, es lo que ellos creen que son las características importantes del lobo gigantes. Los lobos gigantes se separaron de los lobos grises hace entre 2.5 y 6 millones de años. Pertenecen a un género completamente diferente al de los lobos grises. Colossal comparó los genomas del lobo gigante y del lobo gris, y a partir de unos 19,000 genes, determinaron que 20 cambios en 14 genes les daban un lobo gigante”.
Otra pregunta que se plantea este experto acerca de su comportamiento como especie: “¿Cómo va a aprender a ser un lobo gigante? Actualmente, es un lobo corriendo por un prado. ¿Sigue existiendo el ecosistema en el que vivía? Es lo típico de la primera película de Parque Jurásico, donde el triceratops se pone muy enfermo porque estaba comiendo plantas que no habían evolucionado cuando existía hace decenas de millones de años”.
Igualmente, este científico se pregunta también si se pueden “traer” también suficientes animales para que la población no sea genéticamente endogámica: “Tendría que haber al menos unos 500 individuos para que la población no sufra las consecuencias de la endogamia”.
“Personalmente [apuesto por] desarrollar tecnologías de ‘desextinción’, pero usarlas para conservar lo que nos queda. No resucitar especies extintas”, zanja Rawlence.