El rastro de la penetración política en Centroamérica del narcotraficante mexicano Joaquín El Chapo Guzmán Loera con el cártel de Sinaloa, uno de los más poderosos de México, llevó al arresto provisional y preventivo al ex presidente hondureño Juan Orlando Hernández Alvarado, pedido en extradición por Estados Unidos por narcotráfico, contrabando de armas, asociación ilícita y nexos con el crimen organizado.
Hernández, de 53 años, casado con la hondureña Ana García —con quien procreó a Juan Orlando, Ivonne María, Ana Daniela e Isabela—, abogado y presidente en dos periodos de 2014 a 2022 por el derechista Partido Nacional (PN-azul y blanco), salió ayer en las primeras horas de la tarde a la puerta de su residencia, en el barrio San Ignacio, en el oriente de Tegucigalpa, y fue detenido por efectivos policiales en un despliegue de tropas fuertemente armadas.
Vestido con gorra azul, camisa celeste, chaqueta azul, pantalón de mezclilla azul y mascarilla azul, Hernández se mostró aparentemente sereno. Tras aceptar someterse a un rápido cateo físico de un policía con su rostro cubierto con pasamontaña negro que le explicó que fue registro de protocolo, los agentes le colocaron un chaleco azul antibalas y le esposaron con unas cadenas a manos y pies. Así caminó hacia una camioneta.
Bajo un espectacular operativo de una caravana vehicular de seguridad, los oficiales condujeron al ex presidente a una estación policial capitalina de tropas élite o fuerzas especiales, donde en la tarde se le exhibió encadenado de manos y de pies, sentado a una silla.
El ex gobernante inició un calvario judicial por el que quedó expuesto al riesgo de convertirse en el primer ex presidente de América Latina y el Caribe en ser extraditado por narcoactividad a EU luego de más de 50 años de que Washington declaró la guerra contra las drogas en junio de 1971.