La noche del domingo 6 de abril cayó sobre el Parque Bicentenario, donde se había reunido un grupo de personas para rendir homenaje a Berenice Giles y Miguel Hernández, los dos fotógrafos fallecidos en el Festival Ceremonia; una estructura de metal les cayó encima mientras cubrían el evento, provocando su trágica muerte.
A medida que avanzaba la noche, más flores, velas y abrazos llegaron al lugar. Sin embargo, el ambiente no solo estaba marcado por el dolor, sino también por la indignación: el silencio de algunos de los artistas que participaron en el festival se convirtió en un vacío que no pudo ser ignorado. Solo algunos se pronunciaron públicamente, lo que aumentó el sentimiento de abandono entre colegas y asistentes.
Desde el micrófono, Marcos Olvera, quien era compañero de Bere en la Fes Aragón, retomó la palabra con firmeza: “No veo aquí a muchos compañeros de medios. Está bien, ya pasó, lo que sigue es el Pal’ Norte… pero se nos va a olvidar. Ese es el problema: ‘a lo que sigue’. Esto no va a llegar a ningún punto si seguimos así.”
Añadió: “Sí, todos somos Bere y Miguel, todos hemos pasado por cosas bien difíciles… en Ocesa, pero ¿saben qué es lo peor? El común denominador es que nadie dice nada. Preferimos callar antes de perder la acreditación. No lo hagan, por respeto a que estamos aquí hoy. Por respeto a la memoria de Bere y Miguel. No sean cómplices. Seguir cubriendo es ser cómplice. Y no está bien.”
Desde el centro del contingente, una voz femenina también se alzó: “El trabajo debe ser pagado. Cada fotógrafo debe ser respetado. Su trabajo vale, es maravilloso, grandioso. Hablen, griten, peleen lo que tengan que pelear para que la muerte de estos dos chicos no haya sido en vano.”
Se propuso la formación de un frente común entre periodistas, fotógrafos, medios independientes y colaboradores freelance para exigir condiciones laborales mínimas, protocolos de seguridad y el respeto a los derechos de quienes cubren estos eventos. También se planteó la creación de un sindicato o red de apoyo para emergencias, además de un registro público de incidentes, malos tratos o negligencias cometidas por promotoras, agencias de comunicación o festivales.
Mientras los carteles intervenidos seguían visibles y la manta con la leyenda “FES ARAGÓN”, donde estudiaban los fallecidos, ondeaba sobre la reja del Parque Bicentenario, los presentes reflexionaron: “No basta con documentar. También tenemos que cuidarnos entre nosotros.”