Un grupo de unos 1,500 migrantes salió caminando el domingo por la noche del sur de México, en la tercera caravana que se forma desde la victoria electoral del estadounidense Donald Trump hace menos de un mes.
En los últimos años ninguna caravana ha llegado al norte del país porque son dispersadas por las autoridades mexicanas.
Los extranjeros, originarios de Venezuela, Cuba, Haití, Colombia, Guatemala y Honduras, entre otros países, mostraron su intención de avanzar hacia el norte antes de que el republicano asuma el poder en enero.
Muchos dijeron haberse unido a la caravana por miedo a que las cosas se compliquen en enero luego de que Trump prometió cerrar la frontera con México y hacer deportaciones masivas al tiempo que podría poner fin a la principal vía de entrada legal a Estados Unidos, la plataforma virtual CBP One que da citas para pedir asilo en ese país.
Tampoco descartaron quedarse en México si consiguen empleo.
“La mayoría aquí le van a decir que quieren llegar a Estados Unidos y lógicamente allá uno le puede dar una vida mejor a su familia, pero creo que muchas personas… si hubiera oportunidad en Monterrey (la ciudad industrial del norte mexicano) o lugares alrededores también se quedarían ahí”, dijo el hondureño Santos Modesto, que viaja con sus dos hijos
El venezolano Francisco Unda tampoco descartó quedarse en México e intentar conseguir la residencia y se manifestó confundido con las muchas versiones que ha escuchado de lo que podría pasar cuando Trump llegue al poder.
La caravana tenía previsto salir este lunes de Tapachula, considerada la capital de la frontera sur mexicana, pero adelantó su partida ante los rumores de que sus integrantes serían detenidos por el Instituto Nacional de Migración y la Guardia Nacional.
Durante el fin de semana el gobierno mexicano disolvió los dos últimos grupos que habían salido del sur del país, uno de ellos el día de la elección presidencial estadounidense y el otro dos semanas después.
Las autoridades ofrecieron autobuses a los extranjeros para trasladarlos a otras ciudades donde pueden intentar regularizar su situación. Pero muchos migrantes denunciaron que fueron dejados a su suerte en lugares de alta actividad del crimen organizado.
La llegada de migrantes a Estados Unidos es una de las principales preocupaciones de Trump, que amenazó la semana pasada a México con poner aranceles generalizados a las exportaciones mexicanas si no detiene el flujo de migrantes. Sin embargo, en el último año, según cifras oficiales estadounidenses, las llegadas a su frontera han caído notablemente.
No obstante, las caravanas siguen formándose.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha dicho que México atiende a las caravanas, pero organizaciones de defensa de los migrantes denuncian que son desmanteladas para dispersar a los migrantes y abandonarlos en distintos puntos del país donde quedan a merced de los grupos del crimen organizado, para los que el tráfico de migrantes es un negocio cada vez más lucrativo.