Las bodas, uno de los eventos más importantes para muchas personas, requieren planificación meticulosa y financiamiento adecuado para satisfacer los deseos de los contrayentes.
Sin embargo, una reciente controversia protagonizada por una mujer estadounidense ha puesto en tela de juicio ciertas tradiciones arraigadas en estos festejos.
La discordia surgió cuando la mujer, en un vídeo, expresó su negativa a permitir que su padre la condujera al altar, argumentando que esta práctica perpetuaba una visión arcaica de la mujer como propiedad.
“Las mujeres ya no son propiedad, por eso decidí caminar yo sola por el pasillo. Y no soy propiedad para regalar”, expresó la mujer.
Esta decisión, aunque motivada por un deseo de empoderamiento, generó desacuerdo en su entorno familiar. El padre, afectado por la exclusión de un momento significativo, mostró tristeza ante la renuncia de su hija a seguir una tradición que para él revestía gran importancia.
Lo sorprendente del caso es que la mujer, al revelar su falta de recursos para financiar la boda por sí misma, se enfrenta a que su padre, al ser excluido de la mencionada tradición, le dijo que no le pagaría nada de la boda como habían acordado.