La reciente pérdida del pitcher Fernando Valenzuela ha dejado un vacío difícil de llenar en el deporte mexicano al ser una de las figuras aztecas más destacadas en el mundo. Sin embargo, su éxito no solo se debe al innegable talento que tenía en el brazo izquierdo, sino que también se le puede hacer referencia a Mike Brito, visor de Los Ángeles Dodgers en los años 80.
Fernando Valenzuela, fue una de las figuras más icónicas del béisbol mexicano, nació el 1 de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, un pequeño pueblo agrícola en el estado de Sonora. El menor de 12 hermanos, Valenzuela creció en un entorno humilde, en una casa de adobe encalada con cinco habitaciones, sin agua corriente, en una comunidad que apenas contaba con caminos de tierra y alrededor de 140 habitantes.
Sus padres, Avelino y Emergilda Valenzuela, dependían de la agricultura para mantener a su numerosa familia. Desde temprana edad, Fernando y sus hermanos ayudaban en las labores del campo. A pesar de las dificultades, siempre encontraron tiempo para disfrutar del béisbol, el deporte que definiría el destino de Fernando. Aunque jugaba junto a sus hermanos, pronto demostró habilidades excepcionales, destacando sobre el resto incluso cuando era muy joven.El momento más importante de su vida
En 1977, a los 17 años, su vida cambió cuando fue fichado por el equipo local, los Mayos de Navojoa, que competían en la Liga Mexicana del Pacífico. Valenzuela había pasado de jugar por diversión a pensar en el béisbol como una carrera profesional. “En ese momento, me dije a mí mismo: ‘Ahora es una carrera, no es por diversión’”, declaró Valenzuela en una entrevista con The Times en 2021, recordando aquel punto de inflexión en su vida.
El joven lanzador sonorense no tardó en destacar enfrentando a jugadores mucho mayores y más experimentados que él. Su habilidad y serenidad en el montículo lo llevaron a jugar para varios equipos en México, y en 1979, a la edad de 18 años, fue fichado por los Leones de Yucatán en la Liga Mexicana de Béisbol. Este movimiento lo acercaría aún más a la cima, pues ya había captado la atención de un ojeador muy especial.
El cazatalentos de los Dodgers de Los Ángeles, Mike Brito, vio por primera vez a Valenzuela en 1978, mientras lanzaba para un equipo en Guanajuato. Brito, reconocido por su inseparable sombrero panamá, su puro y su bigote, no estaba allí para verlo a él, sino a un campocorto del equipo rival. Sin embargo, la actuación de Valenzuela rápidamente le hizo cambiar de foco. El joven zurdo impresionó al ojeador por su estilo de lanzamiento y su madurez a tan corta edad.
Brito siguió los pasos de Valenzuela de cerca, convencido de que estaba frente a un jugador especial. Continuó presionando a los Dodgers para que apostaran por él, y finalmente, en julio de 1979, la organización decidió comprar su contrato a los Leones de Yucatán por 120.000 dólares. Esta transacción, que en su momento fue considerada una cifra considerable para un jugador mexicano, resultó ser una de las más importantes en la historia del béisbol. El fichaje de Valenzuela no solo cambió la dinámica de los Dodgers, sino que también revolucionó la búsqueda de talento en México. Hasta ese momento, las Grandes Ligas habían ignorado en gran medida al talento mexicano, con menos de 40 jugadores nacidos en el país habiendo jugado en las mayores antes de 1980.
Una leyenda azteca que vivirá por siempre
Valenzuela debutó con los Dodgers en 1980, y el resto es historia. Se convirtió en una leyenda viva del deporte, abriendo las puertas para futuras generaciones de jugadores mexicanos que soñaban con triunfar en las Grandes Ligas. Hoy, gracias en parte a su impacto, casi 150 jugadores mexicanos han pisado el escenario más grande del béisbol mundial.
El viaje de Fernando Valenzuela, desde el pequeño y polvoriento Etchohuaquila hasta convertirse en una estrella mundial, sigue siendo una de las historias más inspiradoras en el deporte, tanto en México como en los Estados Unidos.
